miércoles, julio 06, 2005

Restringen alimentos genéticamente modificados


The Economist



El bloque ya impuso complejas reglas a la etiquetación de los productos en los alimentos y comida de animales.


Grandes noticias para los verdes Ludditas (contrarios a cambios y progresos tecnológicos): surgió un gran obstáculo contra las firmas de semillas biotecnológicas.

Una vez más se obstruye la cooperación comercial trasatlántica. Eso fue lo que lograron los ministros de medio ambiente de la Unión Europea el 24 de junio cuando rechazaron un esfuerzo de la Comisión Europea, que pretendía presionar para que se abrieran unas pocas puertas nacionales a unos pocos cultivos genéticamente modificados (GM).

A pesar de la fuerte suspicacia pública de los GM en Europa, el balance, en más de un año, ha sido de un silencioso cambio a favor de los GM.

En 1999, la UE impuso una moratoria a cualquier nueva aprobación de GM. Hacia el 2003, el maíz y la soya GM estaban ampliamente crecidos en el hemisferio occidental, y los grandes países exportadores fueron alimentados. En agosto de ese año, Estados Unidos, Argentina y Canadá llevaron a la UE a la Organización Mundial de Comercio.

Pero la UE ya dejó a un lado esa amenaza. En lugar de una moratoria, impuso complejas reglas a la etiquetación de los productos que contengan GM en los alimentos y comida de animales. Para los críticos, el remedio se ve tan malo como la misma enfermedad.

Pero logró, al menos en teoría, permitir más importaciones, y que se esparcieran los cultivos de GM en Europa. Algo de maíz GM ya había crecido en España, por ejemplo. Y se habían ampliado los llamados a la puerta, gracias a la curiosa decisión y puesta en marcha de los procedimientos de la UE.

Suponga, que, Monsanto o su rival suiza Syngenta quiere autorización para algunas variedades de grano GM. La comisión, la burocracia central de la UE, consulta a la Autoridad Europea de Seguridad Alimenticia. Si ese organismo está a favor, la comisión pone la propuesta ante un comité de expertos nacionales. Si ellos no pueden ponerse de acuerdo, va a un Consejo de Ministros -de medio ambiente en este caso- representando a los gobiernos nacionales de la UE. Si ellos alcanzan un punto de vista, dentro de un límite de tres meses, eso es todo. En caso contrario, el asunto vuelve a la comisión, para que ella decida.

En noviembre de 2003, la comisión aprobó la importación de choclo dulce de Sygenta, llamado Bt-11, después de que el consejo no pudo tomar una decisión. Lo mismo sucedió a principios del año pasado con NK603, un maíz de Monsanto para alimentar animales.

Una oilseed rape (canola) de Monsanto está ahora en proceso. Bajo una regulación diferente, otro maíz de Monsanto, MON810, obtuvo la autorización de la UE en septiembre pasado.

Pero la aprobación de Bruselas no es la última palabra. Varios países de la UE tienen prohibiciones nacionales a diversas variedades GM. La semana pasada, la comisión consultó al consejo para terminar con cinco de esas prohibiciones. Y tuvo un shock. Solamente se abstuvieron Finlandia y Suecia, y sólo los británicos y holandeses dieron su apoyo. Por grandes mayorías, las prohibiciones continuaron.

Aún peor para los biotecnólogos, la comisión dijo, públicamente, que el voto era un "signo político". ¿De qué? En la versión de la gente de la comisión los "estados miembros pueden querer revisar algunos aspectos del sistema". Más sencillo: una señal para ellos mismos, de que se acabaron los días en que se podía no tener el apoyo de los gobiernos nacionales y seguir por el camino propio.

Eso no preocupará a los temerosos consumidores de GM europeos, como tampoco a los supermercados ni productores de alimentos que los abastecen. Pero si son malas noticias para los agricultores de la UE: es un tema creciente del mundo real con su competencia y precios frente a rivales que avanzan hacia las reducciones de costos y beneficios.